Tres son los grandes pecados de la humanidad: el no aceptar su finitud, su desmedido afán de dominación y su deriva hacia un consumismo devastador. En su conjunto bien podría afirmarse que en eso consiste el pecado original. La tentación que asalta a la mujer/hombre en su primera fase de vida y adaptación a la tierra de la que proceden y de la han sido formados, es garantizar su semejanza a Dios, consolidando su inmortalidad. El fracaso de ese intento da origen a la mayor de las frustraciones humanas, que es la muerte. La expulsión del Edén simboliza la finitud […]
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